Ni Leonardo da Vinci, ni Raphael Sanzio, ni siquiera Miguel Ángel, ninguno de estos grandes artistas del Renacimiento lograrían imitar los impresionantes cuadros que ha pintado en nuestro planeta la Madre Naturaleza. Las cascadas son el mayor ejemplo de esta majestuosidad. Las enormes caídas o saltos de agua han llegado a ser fuente de inspiración para los más intrigantes mitos de las antiguas culturas.