En 1777, tras casi trescientos años de disputas, negociaciones fallidas y episodios bélicos por el control de territorios en la cuenca del Río de la Plata, Brasil y la Amazonia, la fluida relación entre las monarquías borbónica española y braganza portuguesa, con vínculos dinásticos, propició un acuerdo, conocido como «el Tratado de San Ildefonso», que supuso el establecimiento de una delimitación definitiva.