La frase era repetida contra todos los que criticaban la virulencia del discurso de Bolsonaro al defender que se den armas a todos los "ciudadanos de bien" hasta exaltar la dictadura militar, o para criticar argumentos que los bolsonaristas identificaban como "izquierdistas" o " feminazis ", es decir, cualquier cosa desde la defensa de la igualdad salarial entre hombres y mujeres a la crítica de la violencia policial. Lo que los estudiosos llaman "cultura de la violación", en un país donde una mujer es violada cada 10 minutos (60 mil en 2017).