Cultura y divulgación

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Casco, fusil y un poco de droga

Alguien dijo por ahí, que no hay guerra sin drogas. La verdad, es que el ser humano está hecho para amar no para guerrear. La guerra y el asesinato no son situaciones naturales para ningún ser humano, eso explica, por qué militares de todas las épocas, sin experiencia previa con las drogas, acaban consumiendo cualquier sustancia que les estimule, relaje o ayude a olvidar o a soportar una situación para la que nadie está preparado, especialmente cuando el reclutamiento es forzoso.
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La droga nazi: de como la Wehrmacht casi conquista el mundo a golpe de anfeta

La Pervitina hoy en día es conocida bajo el nombre de “speed”, que como ustedes sabrán es una droga bastante común dentro del ambiente discotequero nocturno. Pero empecemos por el principio de la historia, trasladándonos a los albores de la Segunda Guerra Mundial. Este “mágico” producto era un tipo de metanfetamina muy potente, capaz de obrar auténticos milagros sobre las personas. Por ello, quienes la consumían, sufrían un aumento de la autoestima, mejora de la confianza, una gran euforia y una increíble sensación de omnipotencia.
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La anfetamina ha vuelto a las farmacias españolas

Hace unos meses recibí una consulta sobre una droga que para mi gusto es la reina de entre todas las que existen ahora mismo en la farmacias españolas: la lisdexanfetamina. ¿Os recuerda a algo? Debería, la lisdexanfetamina no es otra cosa que anfetamina pura y dura. El "lis" que va delante, indica que es una nueva molécula —y por lo tanto patentable y económicamente rentable— formada por una de lisina y una de dextroanfetamina, el isómero más potente y agradable de los dos que forman la anfetamina común.
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La metanfetamina con la que se colocaban los soldados nazis

Hoy en día, a cualquier militar le meterían un tremendo puro administrativo si le pillasen drogado estando de servicio. En cambio, a los soldados del Tercer Reich no sólo no se les castigaba, si no que el Ejército alemán era el camello del barrio. A finales de los años 30, cualquiera en Alemania podía acercarse a la farmacia de la esquina a por un bote de anfetaminas con las que hacer más llevaderos los interminables discursos radiados del tito Adolf. La vitamina para adultos se llamaba Pervitín, un vigorizante fabricado por Temmler Werke.

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