“Un día mi vecino me dejó a su perro porque iba a mudarse y no podía hacerse cargo de él. Era un rottweiler macho, estuvimos un tiempo jugando y finalmente decidí ofrecerme. Él saltó sobre mi y practicamos sexo anal”, me explica por videoconferencia, dejándome en estado de shock, un tal Michael Kiok. Aunque en España su nombre no le suene a nadie, en Alemania saltó a la fama en 2013 cuando él, y otro centenar de personas que también practican sexo con animales, intentaron impedir, sin éxito, la aprobación de nuevas leyes contra la zoofilia.