El descubrimiento sugiere una relación profunda con el culto a Kukulcán, deidad venerada no solo en este rincón del mundo maya sino también en otras culturas de Mesoamérica, como la azteca, donde se la conocía como Quetzalcóatl. La estructura desenterrada, que data de entre los años 1000 y 1200 después de Cristo, podría haber albergado un templo en su plataforma superior, posiblemente un espacio sagrado dedicado a la adoración de esta figura divina.