En Gasteiz fuimos seis mil los que unimos peticiones y fuerzas, elegimos directamente a nuestros representantes y los defendimos de despidos y detenciones, luchamos hombres y mujeres (...) El asesinato de cinco trabajadores y la respuesta obrera convencieron al poder económico de la necesidad de hacer cambios políticos para no perderlo todo. Conseguimos nuestras reivindicaciones y conquistamos libertades, pero tan sólo un año después nos imponían, con los Pactos de la Moncloa, los mismos topes salariales contra los cuales habíamos luchado.