La Guerra de los Segadores enfrentó a Cataluña con la monarquía hispánica entre 1640 y 1652. A pesar de la alianza con Francia, finalmente la firma del Tratado de los Pirineos del año 1659, entre Luis XIV y Felipe IV, significó la mutilación de Cataluña por el traspaso del Rosellón, el Conflent y una parte de la Cerdaña a manos francesas. Los conflictos de las poblaciones con el nuevo ejército y con el aparato administrativo franceses, acabaron con la represión por parte francesa de las autoridades catalanas.