Podría decirse que es el secreto mejor guardado del mundo, ya que lo custodian celosamente cientos de millones de personas. O también el peor guardado, ya que todos aquellos a quienes se les oculta acaban sabiéndolo tarde o temprano al llegar a una cierta edad. Pero sea una cosa u otra, lo curioso es que muchos de éstos a su vez se convertirán en nuevos guardianes del secreto con sus propios hijos. En un artículo publicado en la revista The Lancet Psychiatry, Boyle y McKay ponen en duda las bondades de esta pequeña gran mentira.