El Dr. Cesare Lombroso, que ha sido llamado "el padre" de la criminología moderna, estudiaba a los delincuentes encarcelados en Turín allá por 1870.Estaba convencido de los delincuentes estaban un escalón por debajo en la evolución, una regresión a un tipo de hombre primitivo o infrahumano.Después de años de estudio, llegó a la conclusión de que se podía identificar a un asesino por la forma de su cara y por la longitud excesiva de sus brazos "simiescos".