"Estábamos juntos. Olvidé el resto".
Atribuida a Walt Whitman (1819 – 1892)
"¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí?"
"Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás"
"Donde sale humo hay fuego", afirma una de estas conocidas perlas de la sabiduría. Aunque, como solía añadir el humorista Roda Roda, "también puede salir del estiércol fresco."
Paul Watzlawick, ¿Es real la realidad? (1994)
MAX: ¡Es horrible!
EL PRESO: Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa Prensa canalla?
MAX: Lo que le manden.
EL PRESO: ¿Está usted llorando?
MAX: De impotencia y de rabia. Abracemonos, hermano.
El peor analfabeto
es el analfabeto político.
No oye, no habla,
ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
el precio del pan, del pescado, de la harina,
del alquiler, de los zapatos o las medicinas
dependen de las decisiones políticas.
El analfabeto político
es tan burro, que se enorgullece
e hincha el pecho diciendo
que odia la política.
No sabe, el imbécil, que,
de su ignorancia política
nace la prostituta,
el menor abandonado,
y el peor de todos los bandidos,
que es el político trapacero,
granuja, corrupto y servil
de las empresas nacionales
y multinacionales.
"La estructura de las creencias es tan fuerte que permite que algunos tipos de violencia se justifiquen o ni siquiera sean considerados como violencia. Así, vemos que no se habla de asesinados sino de bajas, y que no se menciona la guerra sino la lucha por la libertad."
Noam Chomsky
"La Ley, en su magnífica ecuanimidad, prohíbe, tanto al rico como al pobre, dormir bajo los puentes, mendigar por las calles y robar pan".
Anatole France
"La palabra dentro de ti es tu esclava, fuera de ti, tu dueña."
"Imagínate que vivieras en un mundo en el que no hay espejos.
Soñarías con tu rostro y te lo imaginarías como reflejo exterior de lo que hay dentro de ti. Y después, cuando tuvieras cuarenta años, alguien te pondría por primera vez en la vida un espejo delante.
¡Imagínate el susto! Verías un rostro completamente extraño. Y sabrías con claridad lo que no eres capaz de comprender: tu rostro no eres tú."
Milan kundera, "La inmortalidad" (1990)
Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios maestros y ángeles para esconder un secreto.
Uno de ellos dijo: «Debemos esconder algo, pero, ¿qué les escondemos?».
Después de mucho pensar uno dijo: «¡Ya sé!, vamos a esconderles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar».
Propuso el primero: «Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo», a lo que inmediatamente repuso otro: «no, recuerda que tienen fuerza, y alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está».
Luego propuso otro: «Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar», y otro contestó: «No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará».
Uno más dijo: «Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra». Y le dijeron: «No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad».
El último de ellos era un ángel que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellos y entonces dijo: «Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren».
Todos quedaron asombrados y preguntaron al unísono: «¿Dónde?».
El ángel respondió: «La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán».
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad fuera sin saber que la trae consigo.
Autor desconocido (al menos por el menda)
Imagina a una pareja paseando por la playa con un perro. Ellos charlan y el perro corre por ahí. Luego atan al perro a un árbol y se pasan la tarde haciendo el amor, mientras el perro, atado, los mira y ladra de vez en cuando.
Pues tú eres el perro.
Dinero. Martin Amis.
“Había una vez un lobo que vio a un cordero en la orilla de un río y quiso comérselo ofreciendo un pretexto simple pero verosímil. A pesar de estar río arriba, le acusó de no dejarle beber al revolver el agua. El cordero contestó que al estar el lobo río arriba y el más abajo, no era posible que así fuera.
Al ver el fracaso, el lobo acusó al cordero de haber insultado a sus padres el año anterior, a lo que el cordero contestó que hacía un año el aún no había nacido. El lobo dijo entonces que, aunque el cordero se justificaba muy bien, no le dejaría ir y no iba a dejar de comérselo".
A menudo, aquellos que quieren provocarnos daño, no se van a detener independientemente de nuestros argumentos o de que sea o no justo.
Fábula de Esopo
“Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.”
Jacinto Benavente, “La ciudad alegre y confiada” (obra de teatro, 1916)
"Los principios son claros y explícitos. El libre mercado está bien para el tercer mundo y su creciente contraparte en nuestro país. A las madres con chicos a cargo puede instruírselas firmemente acerca de la necesidad de la autosuficiencia, pero no a los ejecutivos e inversores dependientes, por favor. Para ellos debe florecer el estado benefactor."
Noam Chomsky
„Prefiero ser cenizas que polvo! Prefiero que mi chispa se apague en un resplandor brillante a que sea sofocada por la podredumbre seca. Preferiría ser un soberbio meteoro, cada átomo de mí en magnífico resplandor, que un planeta adormecido y permanente. La función apropiada del hombre es vivir, no existir. No desperdiciaré mis días tratando de prolongarlos. Aprovecharé mi tiempo.“
Como la otra vida es una especie de ajuste de cuentas, podríamos pensar que no están incluidos los animales, que no son responsables de sus actos. Menos mal que sería una equivocación. La otra vida habría sido una etapa muy solitaria sin animales, y hemos descubierto la agradable realidad de que el más allá está lleno de perros, mosquitos, canguros y muchas otras criaturas. Después de llegar y echar un vistazo, resulta obvio que todo lo que existió antes disfruta de una segunda vida.
Empiezas a darte cuenta de que el regalo de la inmortalidad se aplica también a todo aquello que creamos. La otra vida está llena de teléfonos móviles, tazas, adornos de porcelana, tarjetas de visita, candelabros, dianas. Las cosas que fueron destruidas en el pasado -barcos atacados, ordenadores desechados, muebles rotos- regresan en perfecto estado a la otra vida. Todo lo creado por nosotros puede acompañarnos en la otra vida, en contra de la advertencia de que no podemos llevárnoslo con nosotros. Todo lo creado sobrevive.
Esta norma se aplica, sorprendentemente, a todas las creaciones, no sólo a los objetos materiales, también a conceptos mentales. Así que junto con los objetos, en la otra vida nos acompañan los dioses creados por nosotros. A solas en una cafetería, es perfectamente posible que te encuentres con Resheph, el dios semítico de las plagas y la guerra. De la frente le sale una cabeza de gacela y mira por la ventana a los viandantes con aire de nostalgia. En un pasillo del supermercado tal vez veas al dios babilonio de la muerte, Nergal, al griego Apolo o al védico Rudra. De igual forma contemplarás a los dioses de las llamas y las lunas, a la diosa de la sexualidad y la fertilidad, a los dioses de los caballos de guerra caídos en la batalla y los esclavos fugados dentro del centro comercial. A pesar de ir vestidos de incógnito, se les detecta fácilmente por su enorme tamaño y por otras características como cabezas de león, multiples brazos o colas de reptil.
Están solos debido, en gran medida, a que han perdido público. Solían curar enfermedades, actuar como intermediarios entre los vivos y los muertos y repartir cosechas, protección y venganza entre sus fieles. Ahora ya nadie sabe ni cómo se llaman. Ninguno pidió que lo crearan, y así y todo se encuentran atrapados aquí para toda la eternidad. Sólo rara vez se produce un resurgimiento localizado de la creencia en algún dios antiguo, una pequeña reunión de seguidores, pero son arrebatos que no suelen durar mucho. Los dioses saben que están atascados aquí con la mano de cartas que les ha tocado en suerte: una personalidad vengativa, ojos que echan fuego, familias con problemas de adaptación y la eternidad en sus manos.
Cuando empiezas a mirar a tu alrededor, te das cuenta de que hay miles. El dios azteca Mictlantecuhtli, el dios mono chino Sun Wukong, el noruego Odín. En la otra vida, en la guía telefónica aparecen dioses como la Serpiente del Arcoiris de los aborígenes australianos, el dios prusiano Zempat, el sorbiano Berstuk, el algonquino Gitche Manitou, el sardinio Maymon o el tracio Zibelthiurdos. De igual forma, en un restaurante es posible participar sin quererlo de la fría relación existente entre la diosa babilonia del mar, Tiamat, y el dios de las tormentas, Marduk, que una vez la partió en dos. Ella picotea del plato y contesta con secos monosílabos a los intentos de él de entablar una conversación.
Algunos de los dioses están relacionados entre sí; otros tienen genealogías imposibles de seguir. Tienen en común que son proclives a rechazar la morada gratuita que se les ofrece en la otra vida, aunque nadie sabe muy bien por qué. Lo más probable es que sea porque les cuesta aceptar la idea de descender al nivel de aquellos que en su día se arrodillaban ante ellos para adorarlos.
Así, por las noches, solos y sin hogar, se reúnen a las afueras de la ciudad y se echan a dormir sobre grandes praderas verdes. Si te interesa la historia y la teología, disfrutarás recorriendo estos campos sembrados de dioses, este silencioso espectáculo horizontal de deidades abandonadas dispuestas en hileras irregulares en punto de fuga. Aquí es posible que te topes con el Bathalang Maykapal de los tagalogs y su principal enemigo, el dios lagarto Bakonawa; como ya no le importa a nadie si se pelean o no, ahora se sientan a compartir una botella de vino. Te encuentras al dios de la luz, Atea, del archipiélago Tuamotu, y a su hijo, Tane, que en sus buenos tiempos arrojó contra su padre los rayos de su antepasado Fatutiri; ahora toda la familia está reunida. Sus vendettas están apagadas y parece difícil que puedan cobrar vida de nuevo. Mira, allí está Tawhirimatea, el dios maorí de las tormentas y los vientos, que se pasó la vida castigando a sus hermanos dioses por separar a sus padres, Rangi y Papatuanuku; como ya no hay público, se le han terminado los vientos y juega a las cartas con sus hermanos bajo un despejado cielo. Más allá se puede ver a Khonvoum, el dios supremo de los pigmeos bambuti, sujetando su arco fabricado con dos serpientes. Cree que todavía puede aparecerse a los humanos como un arco iris. Aquí está el dios del fuego de los shinto, Kagu-tsuchi, cuya madre murió abrasada al dar a luz; la única prueba que queda ahora de aquel fuego es un ligero olor a quemado.
Como si se tratara de un museo, estos campos de dioses, esta enciclopedia pastoral de la mitología, es un testamento de la creatividad humana y la cosificación. Los antiguos dioses están acostumbrados a vernos por aquí; los nuevos están molestos por lo rápidamente que han pasado de la veneración y el martirio al abandono y el turismo.
Aunque los dioses han elegido voluntariamente congregarse aquí fuera, la verdad es que no se soportan mutuamente. Se sienten confusos, porque se han encontrado aquí, en la otra vida, pero en lo más profundo de su ser creen que están al mando. Salen a la superficie por su agresividad y todavía quieren reclamar su supremacía sobre los demás. Pero aquí ya no están en lo alto de la jerarquía, sino que sufren hombro con hombro en la hermandad del abandono.
Hay sólo una cosa que aprecian de la otra vida. Debido a su famoso carácter vengativo y a su creatividad en el arte de la tortura, están muy impresionados con esta versión del Infierno.»
“¿Dónde están los hombres?, preguntó por fin, el principito. Se está muy solo en el desierto.
-También se está solo entre los hombres, dijo la serpiente.”
Antoine de Saint-Exupéry, “El principito” (1943)
“Hay épocas y lugares en los que no ser nadie es más honorable que ser alguien.”
Carlos Ruiz Zafón, “El prisionero del cielo” (2011)
“-Tú decides.
-No me dejas elección.
-Siempre tenemos elección. Es más, somos la suma de nuestras elecciones.”
Guillaume Musso, “La llamada del ángel” (2011)
Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.
El hombre sólo es rico en hipocresía. En sus diez mil disfraces para engañar confía; y con la doble llave que guarda su mansión para la ajena hace ganzúa de ladrón.
"(...) sólo en un estado de paz será posible que los vendedores distribuyan las mercancías entre los compradores y que las mercancías lleguen regularmente al mercado por caminos sin fronteras, sin asaltos, en paz y libertad. Pero las plazas de los mercados y los caminos tranquilos sólo se mantienen en paz cuando la circulación de mercancías se mantiene en equilibrio. Y por ello hace falta, ante todo, el Estado. Por ello, decir que el comercio genera la paz es una simple petición de principio, porque la paz está ya implicada en el mismo mercado, cuando este proceso está en marcha. Pero, ¿cómo ponerlo en marcha? ¿Acaso no hubo previamente una guerra que había despejado el campo de malhechores y de competidores? Y lo más importante, ¿cómo mantenerlo en marcha?, ¿acaso los mismos flujos comerciales, cada vez más abundantes, no rompieron de vez en cuando el equilibrio dinámico de la corriente de circulación, dando lugar a colapsos o a turbulencias? (...)
La diferencia entre un Estado liberal y un Estado socialista no es una diferencia entre economía libre y economía intervenida; más bien es una diferencia entre “economías intervenidas”, según determinadas proporciones… la diferencia entre una economía liberal y una economía con planificación central, tipo soviético, no será tanto una diferencia económica cuanto una diferencia política… La apariencia de una economía libre que funciona entregada a las leyes puras del mercado es una ilusión derivada de que esa economía, en el marco de la economía política, se comporta como si estuviera sometida a leyes naturales (...)
Si el Estado liberal propugna un intervencionismo mínimo y una privatización máxima en materia económica, cultural, etc. no es porque carezca de una perspectiva globalizadora, sino porque la burguesía dominante, dueña del control económico, y con sindicatos débiles, no necesita que nadie, fuera de ella misma, intervenga en sus planes y programas. Pero cuando ese Estado de equilibrio se rompe por motivos internos o por una coyuntura internacional, entonces es el mismo “Estado burgués” el que pedirá la intervención “totalitaria”(...)"
Gustavo Bueno, "La Vuelta a la Caverna", 2004
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