Con menos petróleo (y carbón y uranio) en relación con la población, cabe esperar que el mundo produzca menos bienes y servicios por persona. En cierto sentido, la gente se empobrecerá. Por ejemplo, menos gente podrá permitirse comprar coches nuevos o casas nuevas.
Esta tendencia hacia un menor poder adquisitivo tiende a concentrarse en determinados grupos, como los jóvenes, los agricultores y los inmigrantes recientes. En consecuencia, las personas mayores acomodadas o firmemente establecidas pueden ignorar este problema en su mayor parte.