Ben Graham, mi amigo y maestro, describió hace mucho tiempo la actitud mental hacia las fluctuaciones del mercado que creo que es la más propicia para tener éxito con la inversión. Dijo que deberías imaginarte las cotizaciones del mercado como si provinieran de un tipo extraordinariamente complaciente llamado Sr. Mercado, que es tu socio en un negocio no cotizado. Sin falta, el Sr. Mercado aparece todos los días y te dice un precio al cual te compraría tus acciones o te vendería las suyas.
A pesar de que el negocio que vosotros tenéis puede tener características económicas estables, las cotizaciones del Sr. Mercado serán todo lo contrario. Porque, lamentablemente, el pobre hombre tiene problemas emocionales incurables. A veces se siente eufórico y solo puede ver los factores favorables que afectan el negocio. Cuando está de ese humor, te ofrecerá un precio de compra muy alto porque teme que le robes los beneficios inminentes. En otras ocasiones está deprimido y no ve más que problemas por delante tanto para el negocio como para el mundo. En estas ocasiones, te ofrecerá un precio de venta muy bajo, porque teme que le endoses todas tus acciones.
El Sr. Mercado tiene otra característica entrañable: no le importa que lo ignoren. Si su precio de hoy no te interesa, volverá con otro nuevo mañana. Las transacciones son estrictamente a tu elección. Por ello, cuanto más maníaco-depresivo sea su comportamiento, mejor para ti.
Pero, como Cenicienta en el baile, debes prestar atención a una advertencia o todo se convertirá en calabazas y ratones: el Sr. Mercado está para servirte, no para guiarte. Es su bolsillo, no su sabiduría, lo que te será útil. Si aparece algún día de un humor particularmente tonto, puedes ignorarlo o aprovecharte de él, pero será desastroso si caes bajo su influencia. De hecho, si no estás seguro de comprender y valorar tu negocio mucho mejor que el Sr. Mercado, no participes en el juego. Como dicen en el poker, "Si has estado jugando media hora y no sabes quién es el pardillo, el pardillo eres tú".
[…]
Siguiendo las enseñanzas de Ben, Charlie y yo dejamos que nuestras acciones nos digan por sus resultados operativos, no por sus cotizaciones de precios diarias, ni siquiera anuales, si nuestras inversiones son exitosas. El mercado puede ignorar el éxito comercial por un tiempo, pero eventualmente lo confirmará. Como dijo Ben: “A corto plazo, el mercado es una máquina de votar, pero a largo plazo es una máquina de pesar”. Además, la velocidad a la que se reconoce el éxito de una empresa no es tan importante siempre que el valor intrínseco de la empresa aumente a un ritmo satisfactorio. De hecho, el reconocimiento tardío puede ser una ventaja: puede darnos la oportunidad de comprar más de algo bueno a un precio de ganga.