En una clase, una maestra estaba hablando sobre varias emociones de los seres humanos cuando llegó al tema de la preocupación.
-Mirad, a veces, una preocupación que en principio es pequeña la vamos haciendo más y más grande porque la mantenemos en el tiempo, porque no hacemos nada para olvidarnos de ella, y esto hace que nos sintamos cada vez más tristes.
En ese momento una niña levantó la mano.
-Maestra, ¿cómo es posible que una pequeña preocupación crezca por mantenerla en el tiempo? ¿No sería de todas formas la misma preocupación, aunque dure una semana o un día? No entiendo por qué crece.
-Muy buena pregunta, ahora mismo vuelvo y os lo explico mejor -le respondió la maestra mientras salía del aula.
A los pocos minutos regresó con un vaso de agua medio lleno.
Todos los alumnos pensaban que iba a hacer la típica pregunta sobre si el vaso estaba medio lleno o medio vacío, pero no fue así.
La maestra señaló a la niña que había hecho la pregunta y le dijo que saliera a la pizarra.
-Ven, coge este vaso con tu mano y ponlo delante de ti, con el brazo extendido. ¿Cuánto dirías que pesa?
-Pues unos 200 gramos, maestra.
-Perfecto, más o menos. Y tú crees que si yo no meto nada más en el vaso su peso va a aumentar.
-No, maestra, siempre pesará lo mismo -decía mientras mantenía el vaso en la mano con el brazo extendido.
-¿Estás segura?
-Sí, claro.
-Bueno, pues esperemos un minuto más en esta posición, a ver qué tal, no te muevas.
Conforme pasaba el tiempo a la niña le temblaba cada vez más el brazo, hasta que, finalmente, a causa del dolor, tuvo que dejar el vaso en la mesa.
Cuento zen