Una pareja que acababa de tener un niño decidió ponerle el nombre de Increíble, pues tenía la certeza de que a lo largo de su vida iba a hacer cosas realmente extraordinarias.
El caso es que el niño fue creciendo hasta convertirse en un adulto, pero al contrario de lo que habían pensado sus padres, su vida no se había caracterizado por hacer nada fuera de lo común.
Cuando acabó los estudios se casó con su novia de siempre, a los pocos años tuvieron dos hijos: un niño y una niña. Mantuvo durante toda su vida el mismo trabajo y siempre estuvo con los mismos amigos, pero el tiempo pasaba y no ocurría nada que pudiera ser calificado de increíble.
De hecho, muchos de sus compañeros y amigos, de vez en cuando, le hacían bromas en relación a su nombre, pues no coincidía con el estilo de vida que llevaba.
Pero lo peor de todo era cuando, por alguna razón, le tocaba decir su nombre y la gente le preguntaba por el significado del mismo. Él no sabía qué contestar, pues en realidad, haciendo un repaso a su vida no había conseguido nada digno de calificarlo como increíble.
Poco a poco fue pasando el tiempo y sus hijos se hicieron mayores y, a la vez, tuvieron también hijos, por lo que Increíble se convirtió en un amable abuelo.
-Abuelo, ¿y a ti por qué te llaman Increíble? -le preguntaban sus nietos muchas veces.
-Pues la verdad es que no lo sé -respondía él resignado.
Los años fueron pasando hasta que finalmente se jubiló de su trabajo de toda la vida.
Dedicó todo su tiempo libre a sus nietos, a sus hijos, a su mujer... pero se dio cuenta de que cada vez se hacía más mayor y de que, al final, no había conseguido hacer nada increíble.
Por esa razón le pidió a su esposa un favor: que el día que muriera no pusiera su nombre en la lápida, pues no quería ser objeto de burlas ni risas de nadie. Le dijo que, en lugar de eso, pusiera alguna frase, cualquier cosa que ella quisiera.
Al tiempo, Increíble, ya muy mayor, murió, y su mujer hizo lo que le había prometido: en lugar de poner su nombre en la lápida, escribió lo siguiente:
“Aquí yace un hombre que le fue fiel a su esposa durante toda su vida, que cuidó a su familia en todo momento, que nunca traicionó a ningún amigo y que trabajó duramente más de 40 años para que a sus seres queridos nunca les faltase nada”.
Y ocurrió que cuando la gente pasaba por el cementerio y leían la placa decían: ¡Increíble!
Cuento recogido en “Cuentos para entender el mundo”, Autor desconocido