La varicela es uno de esos ejemplos de éxito de las vacunas que pasan en parte desapercibidos. En el pasado esta enfermedad era prácticamente un trámite por el que todos los niños tenían que pasar. Mejor que lo pasasen de niños, pues los adultos solían tener síntomas más molestos. Aun así, se consideraba solo eso: molesta. Pero lo cierto es que cabía la posibilidad de complicaciones que aún a día de hoy se siguen desconociendo. Por eso, no somos conscientes de la cantidad de vidas que ha salvado la vacuna de la varicela.