Nuestras bocas podrían ayudar a mantener nuestro hambre bajo control. Un estudio reciente encontró evidencia en ratones de que nuestros cerebros dependen de dos vías separadas para regular nuestra sensación de plenitud y saciedad: una que se origina en el intestino y la otra en las células de la boca que nos permiten percibir el sabor. Los hallazgos podrían ayudar a los científicos a comprender mejor y desarrollar medicamentos contra la obesidad, afirman los autores del estudio.