Me han publlicado un estudio en Nature porque me ceñí a una narrativa que sabía que les gustaría a los editores. Esa no es la forma en que debería funcionar la ciencia. En teoría, la investigación científica debería premiar la curiosidad, la objetividad desapasionada y el compromiso de descubrir la verdad. Los prejuicios de los editores ejercen una gran influencia en las publicaciones. Los investigadores astutos adaptan sus estudios para maximizar la probabilidad de que su trabajo sea aceptado. Lo sé porque soy uno de ellos.