Vas camino del centro comercial y de repente piensas: -¿He cerrado el coche?- Te das la vuelta y presionas el botón de cerrar en el control remoto de la llave, pero ya estás demasiado lejos y el característico destello de los intermitentes no llega. Se trata de algo tan simple como pegar el mando a tu cabeza. Sí, el mito es cierto y funciona. Al entrar en nuestro cuerpo y encontrar una masa lo bastante grande, las ondas que forman la señal del mando resuenan en las moléculas de agua y ganan amplitud, y por tanto alcance.