En el 2001, Steven N. Ward y Simon Day publicaron un estudio donde advertía de la peligrosidad de un tsunami provocado por el derrumbe de la ladera de uno de los volcanes activos del océano Atlántico. En concreto, señalaba a Cumbre Vieja por el más activo en los últimos 125 000 años. Suponiendo el peor escenario, donde se desplazaran 500 km3 de tierra de 25 km de largo, 15 km de ancho y 1,4 de grosor, y planteando que apenas hay diferencias en la profundidad oceánica, calcularon que se produciría una ola de 900 metros de altura...