Y sabemos de su existencia desde hace ya 40 años. R Lewin publicó en la revista Science un reportaje periodístico sobre las investigaciones de un neurólogo británico, John Lorber, de un chaval perfectamente normal, brillante estudiante (126 de CI) que se licenció en Matemáticas, que parecía muy corriente salvo por una cabeza un poco más grande de lo habitual. Un buen día en su veintena se quejó de dolores de cabeza, le hicieron un escáner y se encontraron con un hueco vacío, igual que si estuviesen en el universo de dibujos animados.