Uno de los efectos secundarios más gravosos que suceden cuando uno pertenece a un grupo organizado es que la responsabilidad individual se difumina, las discrepancias altisonantes se silencian y las ideas se vuelven homogéneas.
Si el grupo tiene raigambre religiosa (vida tras la muerte, dogmatismo intocable, estabilidad ideológica y perdón ultraterreno de las faltas en la vida carnal), entonces estos efectos secundarios aún son más evidentes; si bien muchos movimientos laicos (ideologías políticas) tienen comportamientos casi idénticos.