Los avistamientos de tiburones a pie de playa son esporádicos y suelen ser ejemplares enfermos o desorientados que no buscan atacar a ningún bañista

Lacey Williams estaba siguiendo con un dron a un tiburón blanco en la bahía de Plettenberg, en Sudáfrica, cuando observó que un banco de palometones (Lichia amia) comenzaba a perseguir al gran escualo con la intención de restregar su cuerpo contra la cola de este, como si de una piedra pómez se tratara. «Nos quedamos boquiabiertos», confiesa esta estudiante de posgrado en biología marina de la Universidad de Miami.
Numerosos estudios anteriores habían confirmado que gran número de organismos marinos, incluidos los propios tiburones, se frotab

Pocas especies nos fascinan —o atemorizan— tanto como el tiburón blanco. Con todo, se sabe poco sobre la población que habita uno de los mares más concurridos del mundo, salvo que están ahí y que son enormes.

Los tiburones han sido vistos durante largo tiempo como implacables asesinos pero los científicos están comenzando a arrojar luz sobre su misterioso mundo y a demostrar que son mucho más que máquinas de comer y matar.