En 1994, los granjeros de India empezaron a darle al ganado y otros animales un medicamento antiinflamatorio llamado diclofenaco para -según ellos- aliviarles el dolor, las inflamaciones y otras afecciones. Sin embargo, no calcularon que cuando estos animales morían, el diclofenaco (que se quedaba en la carne del cadáver) provocaría un gravísimo daño a los riñones de los buitres. Así, en solo 5 años, la población de buitres en India cayó de 50 millones a solo un par de miles de ejemplares.