Las drogas psicodélicas, hasta ahora cuestionadas, alcanzan el estatus de medicamentos para tratar la salud mental y atraen a poderosos inversores que las convertirán en suculentos negocios para las empresas de biotecnología. Un proceso que se inició en España en 1999 culmina ahora en Estados Unidos con la inminente aprobación del éxtasis para la farmacopea psiquiátrica.