Las células de nuestro cuerpo (y cualquier célula eucariota en general, como las levaduras que hacen el pan) son capaces de envolver y atrapar dentro de membranas los orgánulos y proteínas que ya no les sirven y llevarlos al orgánulo que se encarga de degradar y reciclar (autofagia), el lisosoma. De esta manera consiguen reutilizar los componentes “basura” de la forma más conveniente para ellas en cada momento. Cuando las células ayunan, llevan a reciclar muchas más moléculas.