Nuestros primos más cercanos entre los grandes simios, los chimpancés y los bonobos, tomaron dos caminos evolutivos completamente opuestos a la hora de encarrilar su éxito reproductivo. Los chimpancés tomaron el espinoso trayecto de la violencia y la coacción para asegurarse la descendencia: los machos que más pegan a las hembras tienen más posibilidades de aparearse con ellas. Los bonobos siguieron la ruta de la seda: los machos no saben cuándo son fértiles las hembras, que dirigen el grupo en un matriarcado, y apuestan por aparearse mucho par