La SN10 ha demostrado que la loca maniobra de aterrizaje de la Starship es posible. Aterrizar en vertical un cohete de más de cien toneladas de peso y cincuenta metros de longitud después de un descenso a plomo en horizontal es una hazaña tecnológica increíble en sentido literal (es decir, en el sentido de que cuesta creer que lo que estás viendo con tus ojos es real y no una alucinación). A la tercera va la vencida. Si lo piensas bien, lograr este éxito tras solo dos pruebas es lo realmente sorprendente.