A sus 14 años, y tras una complicada operación quirúrgica que le tuvo hospitalizado durante meses, se decidió a donar sangre por el resto de su vida en cuanto pudiese, al ser mayor de edad. Cuando llegó ese momento, los médicos australianos alucinaron con lo que encontraron: una persona que tenía en sangre una cantidad inusualmente fuerte y persistente de un anticuerpo llamado inmunoglobulina RHo (D) o Anti-D, como se la conoció allí más tarde. Nunca se supo por qué su plasma era tan raro (...)