“Había llegado al final. Me era muy difícil resistir a los impulsos suicidas que tenía. Cada día era una verdadera tortura”. Sarah, de 36 años, había sido diagnosticada de depresión profunda resistente, una enfermedad que había comenzado a padecer en la infancia. Ahora lleva 15 meses libre por completo de síntomas tras haber recibido un tratamiento personalizado de estimulación craneal, el primero de este tipo que se aplica en trastornos psiquiátricos y neurológicos.