Nos encanta formar parte de un grupo. Ser algo más que una criatura individual y desvalida, condenada al ostracismo, sin que nadie refrende nuestras ideas. No importa quienes sean mientras sean muchos y nos sintamos apoyados por ellos.
Por ello los conspiranoicos, los nazis y cualquier otro grupo que sorprende por sus ideas extrañas son capaces de formar grupos tan cohesionados y ajenos de la crítica ajena (no digamos ya a la crítica interna). Tanto es así que nos gusta incluso formar parte de una mayoría de robots...