«La computación neuromórfica nos promete dotar de grandes capacidades a los dispositivos inteligentes que se enfrentan al reto de procesar en tiempo real enormes cantidades de datos, y, además, de adaptarse simultáneamente a cambios imprevistos. Y todo ello ciñéndose a un consumo y una latencia muy exigentes». Esta descripción no es nuestra. Es de Intel. Y resume con claridad cuál es el propósito que persigue esta rama de la ingeniería tan apasionante.