El futuro de la pandemia está en manos de cerebros privilegiados y grandes investigadores que trabajan en la precariedad. Los laboratorios de I+D, centros neurálgicos en la lucha contra el coronavirus, destacan por sus importantes avances y por las penosas condiciones laborales que soportan la mayoría de sus profesionales. Esta es la cara oscura de la ciencia en España: contratos temporales, salarios ínfimos, jóvenes en el extranjero, jubilados trabajando gratis y una inversión pública muy por debajo de la media europea.