Hace unas semanas, la bióloga Stephanie Stack recibe una llamada inesperada. Dos fotógrafos, Lyle Krannichfeld y Brandi Romano, le cuentan que durante un viaje en barco frente a Maui habían fotografiado a dos ballenas jorobadas. Sin embargo, aquellas instantáneas no eran ni remotamente normales. Sabían que tenían algo inusual, aunque ni siquiera se dieron cuenta del alcance de su descubrimiento. No sólo era la primera vez que se capturaba un encuentro sexual entre jorobadas, sino que lo que habían visto era una pareja de machos.