Un investigación llevada a cabo a lo largo de más de tres décadas en bosques en 32 regiones diferentes del estado de Minas Gerais ha revelado que, en diversos casos, en lugar de actuar como "desagüe" de este gas nocivo a nuestra atmósfera, como sería lo normal, estas áreas de vegetación comenzaron a funcionar como fuente de dióxido de carbono. (Resumen en el primer comentario).