Hacía pocos meses que Dorotea había llegado a la ciudad de Northampton, Massachusetts, y estaba completamente fascinada por la ciudad. La tranquilidad que sentía en los amplios parques verdes y el aire fresco que se respiraba en el jardín botánico del Smith College hacían que añorase menos la Residencia de Señoritas de Madrid que entonces dirigía María de Maeztu.