Qué cuentan. Primero, si la vida puede abrirse paso en condiciones tan extremas como la Luna, sin campo magnético o atmósfera como la que tiene la Tierra, aunque es algo poco probable. Segundo, cuánto tiempo tardan nuestras bacterias en morir en esos ambientes, una información importantísima para el futuro de la exploración. Tercero, cuál es el potencial humano para contaminar cuerpos celestes. Cuarto, qué efectos erosionantes ha provocado el clima de la Luna en aquellas bolsas… El listado de posibilidades es largo y sorprendentemente excitante