Ninguna lengua tiene palabras para todos los azules de un mar agitado por el viento o los verdes y dorados de un prado de flores silvestres a finales de verano. A nivel mundial, las distintas lenguas han dividido el mundo del color utilizando su propio conjunto de etiquetas, desde unas pocas hasta docenas. Se ha estudiado durante mucho tiempo la forma en que los seres humanos han hecho esto -asignar un vocabulario finito a la multitud de colores perceptibles- y han surgido patrones consistentes, incluso en lenguas y culturas muy divergentes.