Una pequeña cápsula esférica desciende colgada de un paracaídas por el cielo de la estepa kazaja. Viéndola es casi imposible imaginar que hace apenas unos minutos estaba atravesando las capas altas de la atmósfera terrestre a la enorme velocidad de 11 km/s. Gracias a la trayectoria que llevaba, la cápsula se frenó rápidamente, sufriendo una brutal deceleración de más de trescientos g que habría hecho papilla a cualquier ser humano. Pero dentro no hay cosmonautas. Su lugar lo ocupan 101 gramos de polvo y rocas que vienen de la Luna.