Las extremidades humanas comparten un programa genético con las agallas de los peces cartilaginosos como los tiburones y rayas, proporcionando evidencia que apoya una teoría centenaria. La idea propuesta por primera vez hace 138 años de que las extremidades evolucionaron a partir de las branquias, ha sido ampliamente desacreditada debido a la falta de pruebas fósiles.Pero puede resultar correcta después de todo, por efecto de un gen que ha sido denominado en un nuevo estudio 'Sonic el Erizo'.