Un reciente estudio muestra que los bebés son capaces de percibir con mayor agudeza colores y formas que los adultos, pero aprenden luego a adaptarse a una ilusión consensual que les permite navegar en el mundo más a salvo. "En un principio vemos todas las diferencias, y luego aprendemos a ignorar ciertos tipos de diferencias para que podamos reconocer el mismo objeto como inmutable en diferentes escenarios. Cuando la constancia perceptual emerge, perdemos la habilidad de detectar múltiples contradicciones que son altamente notables para pequeños bebés”.