En 1917, a la sombra del virus de la gripe española, se desarrolló otra epidemia devastadora que mató a un millón de personas. Hablamos de “la pandemia de los durmientes”, un episodio histórico que marcó a la medicina moderna pues todavía hoy sigue siendo todo un misterio.
Quienes contrajeron esta enfermedad tras la I Guerra Mundial, en su mayoría jóvenes entre los 10 y 30 años, vivían prácticamente como sonámbulos: si se dormían, ya no despertaban. Podían pasar días, meses e incluso años sumergidos en un profundo sueño, por lo que sus ojos,