Se está haciendo bastante famoso estos días el paso atrás de Telegram en cuanto a entregar datos de sus usuarios, porque, de no hacerlo, incurriría en toda una larga serie de delitos, aparte de pecados mortales, veniales y ofensas a Pi, Euler y la Pachamama.
La pregunta que yo me hago, y que os traslado, es qué pasaría si cualquiera de estas redes sociales, a la hora de dar datos a las autoridades, diese datos un tanto aleatorios, o digamos que poco fiables. Mierda puta, vamos, por expresarlo más directamente.
Se ve mejor con un ejemplo.
Supongamos que yo llamo feo a alguien en Telegram, ese alguien denuncia, los jueces piden a telegram la IP desde la que se erscribió ese mensaje y Telegram responde que desde Pekín, en fecha tal, con IP tal y estos datos que se adjuntan.
¿Quién levanta esa piedra?
O sea que, cuando las redes sociales se quejan de que las obligan a dar datos privados de sus usuarios, mucho me temo que se quejan con la boca pequeña, porque desde siempre sabemos que el silencio no es la respuesta a la opresión pública. La respuesta es siempre la desinformación, la intoxicación y la falsedad.
O sea, esto que ua contaba el amigo @Iancutris el otro día, con tan buen criterio.
¿Y me quieren hacer creer que ellos no lo saben?
Venga ya.