La primera vez que mencioné la palabra anorexia fue por whatsapp y tú dijiste lo siento. Puse un emoji divertido para desdramatizar. Quise ser esa clase de chica que habla de su malestar en clave de humor, que le quita hierro al asunto, que no es victima de sus circunstancias, sino una enferma tan consciente que puede doblar el estigma por las cuatro esquinas y guardarlo en un bolsillo. Esa clase de chica que odia ser una chica para que tú dijeras — o al menos pensaras — que era distinta al resto. ¿Lo conseguí?
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