Por la calle Fuencarral, el tramo amplio, un rider estaba atando su bici a una farola. Le di conversación. Era un joven obviamente suramericano. Un chico serio, de aspecto formal, con aire preocupado, buscándose la vida honestamente, sin amparo de nadie, como Mario, el que murió en un accidente el otro día, arrollado por un taxi. También era venezolano. El taxista seguramente estará desconsolado.
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