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La vergüenza y la frustración hacen que los padres no denuncien a sus hijos violentos  

Joan María denunció a su hijo por primera vez cuando tenía 15 años y la segunda a los 17. “El hijo debe saber que no se pueden pasar unos límites”, nos explica. En su caso las denuncias no fueron suficientes y con las drogas el problema se agravó. Ahora su hijo cumple condena en la cárcel. Hace cinco años y ante la falta de ayuda de la administración, que Joan María dejó su trabajo como ingeniero industrial y creó un centro de inserción laboral para jóvenes conflictivos.

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