La ampliación de la OTAN hasta los límites de Rusia fue la apuesta victoriosa de Washington desde el primer día y la materia de negociación y disputa con Moscú. La venganza ha tardado 30 años en llegar. Las derrotas siempre pasan factura. Menos tardó la de Alemania después de 1919 y, sobre todo, del humillante Pacto de Versalles.
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