Esta operación se realiza en el llamado mueco, un cajón de curas presente en las explotaciones ganaderas que facilita el manejo del ganado bravo. Se introduce al toro en su interior, sujetándolo por el cuello. Ambos pitones aparecen por dos orificios situados a cada lado de la cabeza. Al toro se le tapa la visión con un trapo para tratar de tranquilizarlo durante el proceso. “El sufrimiento es, sin duda, muchísimo mayor que el que pueda producirle la lidia, ya que no tiene ninguna posibilidad de defensa”, opinaba Joaquín Vidal en 1983.
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