Hace veintiocho años, el Hospital Estatal de Austin cedió unos 200 cerebros almacenados en frascos de formol a la Universidad de Texas, para su almacenaje y uso con fines educativos y de investigación. Ahora, cerca de la mitad de ellos han desaparecido, entre ellos el cerebro de Charles Whitman, que fue autor de un tiroteo mortal desde la Torre de la UT en 1966.
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