Me he cuestionado si escribir esta entrada, porque estoy harto y cansado de polemizar, tan a menudo, sobre violencia doméstica y sobre el discurso ideológico construido sobre la violencia doméstica. De hacerlo casi siempre desde un cierto punto de vista. De ser atacado por hacerlo, pese a ser padre de dos hijas adolescentes a las que, por lo que leo, es seguro que deseo algún tipo de mal inconcreto. No adornaré la historia con conclusiones. Se las dejo a ustedes. Solo diré: cuidado con los prejuicios que alimentamos. No son inocuos.
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etiquetas: tsevan rabtan , machismo , violencia de género